
La IA puede ayudar a comprender mejor el dolor crónico
0 comentarios
Investigadores del grupo Inteligencia Artificial y Datos para la Sociedad (AID4So), del Centro de Investigación UOC-TECH de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), han llevado a cabo un estudio pionero que explora cómo la inteligencia artificial (IA), y en particular los grandes modelos de lenguaje como GPT-4, pueden colaborar con profesionales sanitarios y pacientes para evaluar la experiencia del dolor crónico con mayor rapidez y profundidad.
El estudio, dirigido por Rubén Nieto, profesor de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación, se ha centrado en el análisis de decenas de narrativas escritas por pacientes con fibromialgia, un síndrome especialmente complejo por su dificultad para diagnosticar y su profundo impacto en los pacientes. El estudio ha demostrado que la IA puede analizar las descripciones personales del dolor con resultados comparables a los de los expertos clínicos, lo que abre una vía innovadora para complementar la atención médica. Sin embargo, a pesar de su utilidad, a menudo no se utiliza debido a las dificultades que conlleva su implementación.
El dolor crónico es, por definición, una experiencia subjetiva y multifacética. Los cuestionarios estandarizados que se utilizan habitualmente para evaluar el dolor durante las consultas, aunque esenciales, no siempre consiguen captar la riqueza emocional y contextual de lo que siente el paciente. Las narrativas escritas son otra herramienta valiosa, ya que permiten a las personas describir con sus propias palabras cómo evoluciona el dolor, cómo afecta a su vida laboral, familiar y emocional, y qué tratamientos se han probado. Si bien este enfoque ha demostrado ser extremadamente valioso, su uso clínico suele ser muy limitado debido a la falta de tiempo de los profesionales para analizar los textos.
«Aquí es donde entra en juego la Inteligencia Artificial (IA). La idea central de la investigación surge de la necesidad de mejorar la evaluación del dolor crónico con soluciones que puedan utilizarse de forma viable en la práctica clínica, sin perder la riqueza de las narrativas», explicó Rubén Nieto. Entre los colaboradores del estudio, publicado en acceso abierto en el Journal of Medical Internet Research, también se encuentran Jacopo Amidei, Andreas Kaltenbrunner y Gregorio Ferreira, del grupo AID4So de la UOC, e investigadores del Hospital Vall d’Hebron de Barcelona.
La IA como asistente clínico
Basado en 43 relatos de pacientes con fibromialgia y dolor crónico, el estudio ha demostrado que el GPT-4 puede asignar puntuaciones según la gravedad del dolor y el nivel de discapacidad que causa en los pacientes, y que sus evaluaciones son muy similares a las realizadas por expertos humanos. En una escala de 0 a 10, la diferencia promedio entre las puntuaciones de la IA y las de los expertos fue de tan solo 1,2 puntos al evaluar la gravedad del dolor y de 1,4 puntos en términos de discapacidad. Además, las evaluaciones de la IA mostraron una correlación significativa con cuestionarios clínicos estandarizados como el Cuestionario de Impacto de la Fibromialgia y la Escala Hospitalaria de Ansiedad y Depresión.
«Las comparaciones entre las puntuaciones generadas por el GPT-4 y las de los expertos fueron significativamente similares, pero la IA no solo proporciona una cifra: también ofrece explicaciones comprensibles de por qué llega a esa conclusión, lo que ayuda a los profesionales humanos a interpretar y verificar los resultados», explicó Amidei, coautor del estudio. «El mensaje clave es que la IA no reemplaza al especialista, sino que actúa como un asistente clínico, agilizando la evaluación y permitiendo una comprensión más profunda de la experiencia subjetiva del dolor», añadió.
Detección de signos ocultos
La investigación también sugiere que la IA podría ayudar a detectar signos psicosociales relacionados con el dolor, como la ansiedad y la depresión, factores que agravan la experiencia del dolor en muchos casos. Además, según los autores, el seguimiento prolongado de las narrativas sucesivas de un mismo paciente permitiría observar cambios sutiles en la evolución de la enfermedad o en las estrategias de afrontamiento, aportando un valor añadido a los controles médicos.
Aun así, los investigadores advierten que la IA aún presenta ciertas limitaciones. El estudio, que combinó evaluaciones independientes, repeticiones y pruebas ciegas para garantizar que los resultados fueran lo más objetivos y robustos posible, demostró que el GPT-4 tiende a sobreestimar ligeramente la gravedad del dolor y evita el uso de puntuaciones extremas, que podrían sesgar los resultados. Por lo tanto, los especialistas tienen claro que estas herramientas deben seguir evolucionando y utilizarse siempre bajo supervisión clínica. «La IA ayuda a que las narrativas sean viables en la práctica, pero nunca reemplaza el juicio humano», enfatizó Nieto.